En busca de las mujeres y niñas desaparecidas de México ante la indiferencia de las autoridades
- Con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, este 25 de noviembre de 2024, la Federación Internacional por los Derechos Humanos (FIDH), su organización miembro Litigio estratégico en derechos humanos (IDHEAS) y su socio en México, el Equipo Mexicano de Antropología Forense (EMAF), publican el informe «¿Quién nos busca? ¿Quién nos cuida?» sobre las desapariciones de mujeres y niñas vinculadas con la trata de personas en el Estado de México.
- Realizado tras una misión de investigación de terreno, el informe pone de manifiesto la alarmante realidad de una de las formas más graves de violencia contra mujeres y niñas y analiza los obstáculos que enfrentan las familias para acceder a la justicia.
- Basado en testimonios de familiares de víctimas, integrantes de colectivos de víctimas, organizaciones de la sociedad civil, personas expertas y funcionarias públicas, el informe revela la impunidad casi absoluta de estos crímenes, la omisión de las autoridades en la investigación y el fenómeno de la corrupción y connivencia de éstas con los grupos criminales involucrados.
México, París, 25 de noviembre de 2024. Desapariciones en la indiferencia general. En 2023, la FIDH y organizaciones socias en México, IDHEAS y EMAF, publicaron un informe documentando el recrudecimiento de la violencia de género, y específicamente los casos de desapariciones de mujeres y niñas en el Estado de Guerrero. Un año después, un nuevo informe continúa este análisis enfocándose en el Estado de México, punto de confluencia de las redes del crimen organizado y la trata de personas.
El Estado de México presenta cifras alarmantes en cuanto a desapariciones de mujeres y niñas. En 2019, ya era la entidad con el mayor número de desapariciones en el país, con 1,790 casos oficialmente registrados. Desde entonces, la situación no ha dejado de empeorar. Entre enero de 2018 y septiembre de 2024, desaparecieron 11,566 mujeres y niñas, representando casi el 50 % de las desapariciones registradas en la región.
Aunque este estado también es reconocido como un lugar de origen, tránsito y destino de la trata de personas, especialmente con fines de explotación sexual, las autoridades judiciales y políticas aún no han reconocido este hecho, en particular, el vínculo entre este delito y las desapariciones de mujeres y niñas en la región. Esta omisión, impide una respuesta institucional adecuada. Las consecuencias son dramáticas, con un aumento de los casos y el acceso a la justicia casi imposible para las familias.
Corrupción y patriarcado: la base de la apatía judicial en México
“Las desapariciones de mujeres y niñas vinculadas a la trata no son un problema aislado. Estos horrores son producto de una cultura patriarcal violenta, machista y sexista. La violencia contra las mujeres está normalizada. Los prejuicios y las discriminaciones banalizan la trata de personas. El desprecio por la dignidad de las mujeres víctimas y su sufrimiento, es la constante respuesta de las autoridades”, declaró Juan Carlos Gutiérrez, Director Jurídico de IDHEAS.
En el Estado de México, como en el resto del país, este fenómeno tiene sus raíces en factores estructurales como la cultura patriarcal, así como la presencia de redes de criminalidad organizada, que prosperan en contextos de extrema pobreza. Los grupos criminales a menudo actúan con el apoyo de las comunidades locales, debido a los servicios y beneficios, particularmente económicos, que proporcionan, así como al miedo omnipresente a represalias sobre la población.
La ausencia de una investigación adecuada, de justicia y reparación, así como la complicidad y participación de agentes del Estado en estos crímenes, crea un marco institucional que favorece la perpetuación de estas violencias. A nivel nacional, solo entre el 2% y el 6% de los casos de desapariciones de personas fueron judicializados, en 2021, y solo se habían emitido 36 sentencias en casos de desapariciones de personas en ese mismo año.
Denunciar la desaparición de una víctima no impide que el fenómeno continúe. Al contrario, a menudo encuentran formas de eludir las denuncias y poner en peligro a las familias que buscan justicia. El informe resalta el caso de una joven que desapareció después de haber sido contratada para trabajar en un restaurante. A pesar de las alertas de su familia, las autoridades no actuaron. Desesperados, los familiares tuvieron que hacer sus propias investigaciones. identificaron a los autores, y para obtener información, el hermano de la víctima tuvo que colaborar con la red criminal, por lo cual fue detenido y acusado por delincuencia organizada.
“En un sistema corrupto, las familias son las únicas que buscan la verdad”, señala Jimena Reyes, Directora de la Oficina de las Américas de la FIDH.
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